Inauguro el blog con una reflexión que considero bastante interesante. A raíz de la lectura del libro: “Mentes del Futuro ¿Está cambiando la era digital nuestras mentes?” -que os recomiendo sin lugar a dudas- del escritor Richard Watson (consultor especialista de empresas como IBM, McDonalds, Ikea, Coca-Cola, Toyota entre otras), me he decidido a hacer una crítica personal sobre la era digital y sobre las consecuencias que esta está teniendo en nuestras mentes.
El pensamiento profundo está desapareciendo. Las personas ante los diferentes problemas que nos plantea la vida, buscamos soluciones rápidas, soluciones al momento. No nos paramos a realizar un pensamiento reflexivo y profundo, si no que nuestro cerebro se ha configurado para responder rápidamente.
La era digital trae consigo una cultura de respuesta rápida, sin tiempo para el enfoque o la reflexión: ¿Para qué vamos a preocuparnos en aprendernos algo o formar una opinión personal, si en un segundo con un simple click tenemos toda la información que queramos sobre cualquier tema?.
Parece que queramos usar los ordenadores como forma de exteriorizar nuestro pensamiento. Sí; nuestro cerebro será más rápido al responder ante estímulos digitales, pero poco a poco éste no será capaz de formar ideas mediante un pensamiento lento y profundo.
Uno de los aspectos más importantes para desarrollar un pensamiento profundo es la imaginación. Este concepto se desarrolla sobretodo en la niñez (por ejemplo, cuando en épocas pasadas los niños se tenían que inventar sus propios juegos y salían a la calle para hacer algo tan sencillo como no aburrirse). Hoy… ¿qué queda de eso?
A día de hoy los niños están encerrados en sus casas, bien con la videoconsola o bien con el ordenador, dejando atrás cualquier posibilidad de desarrollar su imaginación. Esto es un aspecto realmente preocupante en el que los padres tienen que tomar cartas en el asunto si no quieren que sus hijos sean unas víctimas más de la era digital.
En mi opinión, el daño más grande que causa la era digital es el que afecta a las relaciones personales. Se reemplaza el contacto físico por los móviles o el ordenador. Tenemos miles de «amigos» en las redes sociales pero no conocemos ni a las personas que viven en la puerta de enfrente. Estar con tu grupo de amigos tomando algo en un bar y que todos estén callados mirando sus smartphones son escenas que se repiten a diario. Las habilidades sociales de comunicación se están deteriorando; nos escondemos tras las redes sociales (Facebook, Whatsapp…) para no dar la cara presencialmente ante situaciones que lo exigen (o lo exigían).
En definitiva, pienso que existen momentos -y lugares- en los que primero deberían ser las personas, no las máquinas.
¿Mi consejo? Utiliza correcta y sabiamente las posibilidades que nos brinda la era digital. Consigue un equilibrio entre las nuevas tecnologías y lo «tradicional». Sal a dar paseos, lee libros (preferiblemente en formato papel), desconecta unas semanas sin ningún tipo de aparato digital, relaciónate con entornos naturales (que inspiran un pensamiento profundo porque sus ritmos nos desaceleran y nos recuerdan que hay fuerzas mayores trabajando), mantén conversaciones con tus familiares, amigos y otras personas… Si te quedas bloqueado, no hagas nada: distráete…. Está demostrado que las mejores ideas vienen cuando no estás haciendo nada relacionado con el tema, y sin ninguna duda, intenta tener siempre buen humor: las soluciones nunca vienen de una mente enfadada (o si llegan lo hacen mediatizadas por nuestro malestar).
¿El objetivo?: No adaptarnos a la tecnología, sino forzar que ella se adapte a nosotros.
[piopialo vcboxed=»1″]Es posible que no haya ido a donde pretendía, pero creo que he acabado donde quería.[/piopialo] Douglas Adams.